Crítica a la Doble Moral en la Empatía hacia el Autismo
ANGEL SALCEDO - La sociedad actual se cubre con la bandera de la empatía y la inclusión, especialmente hacia la comunidad autista. No obstante, esta supuesta empatía a menudo revela una profunda doble moral. Se celebra y se valora la conciencia teórica sobre el autismo, la difusión de información superficial o la participación en eventos de "aceptación", siempre y cuando las personas autistas se mantengan como un concepto abstracto o se ajusten a la imagen mediática del "genio excéntrico" o el "niño adorable".
Esta hipocresía social se manifiesta de manera cruel en la esfera pública y privada. Existe una aceptación condicionada: "te acepto mientras no me incomodes". Se exige a la persona autista que ponga la carga de la adaptación sobre sus propios hombros, realizando un esfuerzo agotador de enmascaramiento para simular la neurotipicidad. Mientras tanto, el entorno social se resiste a hacer ajustes mínimos, como ofrecer espacios más silenciosos, respetar las necesidades sensoriales, o practicar una comunicación más literal y clara.
La doble moral reside en que la sociedad se otorga la medalla de la 'inclusividad' sin haber realizado el trabajo real de la inclusión, que es la modificación activa de los entornos y de las expectativas normativas. Esto transforma la 'empatía' en una performance superficial que beneficia la imagen social del neurotípico, pero que fracasa en apoyar la calidad de vida de las personas autistas.
En
última instancia, la verdadera empatía no es una emoción fugaz ni un acto de
caridad; es el compromiso activo de comprender una realidad diferente y
de actuar en consecuencia. La crítica a esta doble moral radica en que la
sociedad, al idealizar la idea de la "aceptación" mientras rechaza
las manifestaciones incómodas del autismo, perpetúa la marginación y el
trauma. Deberíamos migrar de una "conciencia de caridad" a
una "justicia neurodivergente". Esto implica dejar de exigir
que las personas autistas se "normalicen" para encajar, y empezar a
exigir que los entornos sociales se flexibilicen y que la empatía se
traduzca en acciones concretas, ajustes razonables y un respeto
incondicional por la forma única en que la mente autista procesa y
experimenta el mundo.