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¿Actitud Fija o Positiva?



ÁNGEL SALCEDO - Empecemos este post con la pregunta que si El líder, el emprendedor, el artista, ¿nace o se hace? Tengamos claro algo, venimos a este mundo con capacidades y talentos fijos, inamovibles y podemos desarrollarlos a través del esfuerzo y el aprendizaje. Decía Henry Ford que: Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto.

En nuestros primeros 25 años, nuestra personalidad, nuestras creencias y nuestras actitudes se ven moldeadas por muchos factores externos: las opiniones y las normas de nuestros padres, el sistema educativo, la relación con nuestros compañeros y amigos…

Todo ello se combina con nuestras experiencias y con nuestra propia base genética para producir una determinada visión del mundo y de nosotros mismos. Llegamos a la edad adulta con una percepción de ti mismo que es, en gran parte, heredada de otros. Y esta percepción amplía o limita radicalmente tus posibilidades en la vida.

En los últimos años, la literatura científica sobre motivación ha acuñado el término mindset (podemos traducirlo como “mentalidad” o “actitud”) para referirse al modo en que las creencias que tenemos sobre nosotros mismos determinan los resultados que obtenemos.

Según estudios realizados por la Universidad de Stanford en el año 2006 por la Dra. Carol S. Dweck, donde marco la distinción entre “actitud positiva o de crecimiento” (growth mindset) y “actitud fija” (fixed mindset) como dos modos diferentes de pensar sobre nuestras propias cualidades personales, como la inteligencia o los rasgos de personalidad:

Entiéndase que Alguien que tiene una actitud positiva o de crecimiento cree que a través del esfuerzo puede modificar sus cualidades personales y mejorar; mientras que alguien con una actitud fija cree que sus capacidades son inamovibles y no pueden cambiar.

Lo interesante no es tanto la distinción en sí, sino el modo en que cada una de estas dos diferentes actitudes nos afecta en dos aspectos clave del éxito en la vida: Las metas que nos fijamos, y nuestro concepto de esfuerzo.

Para la persona que tiene una actitud fija, el concepto de esfuerzo es negativo: Cuanto más necesitas esforzarte en algo, más claro es que no estás dotado para ello, que te faltan las habilidades innatas necesarias para esa tarea.

Cuando piensas así, el esfuerzo no tiene sentido: crees que, si tuvieras las capacidades necesarias, no tendrías que esforzarte.

En cambio, para las personas con una actitud positiva o de crecimiento, el esfuerzo es la herramienta por medio de la cual se desarrollan: Es lo que les permite mejorar sus capacidades desde el punto de partida inicial.

Por otro lado, las personas con una actitud fija eligen sus metas en función de que les permitan demostrar su inteligencia y su habilidad ante los demás.

Como no pueden permitirse fallos, suelen elegir objetivos y trabajos predecibles, que pueden dominar con relativa facilidad y en los que la posibilidad de error es reducida.

En cambio, las personas con una actitud positiva hacia sus propias capacidades se permiten fijarse metas en territorios desconocidos, en los que la posibilidad de equivocarse es más probable, y donde deben aprender mediante la prueba y error continuos.