Mi viaje como persona autista en un mundo neurotipico




ÁNGEL SALCEDO - Desde siempre, el mundo me pareció un lugar diferente. Las interacciones sociales, tan naturales para la mayoría, se me presentaban como un complejo rompecabezas de códigos y señales que no siempre lograba descifrar. El ruido, la luz, los olores, todo era más intenso, más abrumador para mí.

A medida que crecía, estas diferencias se hacían más evidentes. Las burlas de mis compañeros, la incomprensión de mis profesores, la sensación de no encajar en ningún lugar... todo ello marcó mi infancia y adolescencia. No fue hasta la edad adulta que recibí un diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA), una condición que por fin explicaba mi forma de ser y sentir el mundo.

Un diagnóstico tardío, un nuevo comienzo

El diagnóstico fue un punto de inflexión en mi vida. De repente, las piezas del rompecabezas encajaban. Comprendí por qué siempre me había sentido diferente, por qué las situaciones sociales me resultaban tan agotadoras, por qué mi mente funcionaba de una manera tan peculiar.

Sin embargo, el diagnóstico también trajo consigo nuevos desafíos. Tuve que aprender a aceptarme tal y como soy, a defender mis necesidades en un mundo que no siempre las comprende, y a luchar contra los prejuicios y la discriminación que aún existen hacia las personas con autismo.

Los retos de la vida diaria

Vivir con autismo en un mundo neurotípico no es fácil. Cada día me enfrento a barreras y obstáculos que la mayoría de las personas ni siquiera imaginan. Desde encontrar un trabajo adecuado hasta mantener relaciones sociales, todo me resulta más difícil.

Las luces brillantes, los ruidos fuertes, las multitudes... todos estos estímulos sensoriales pueden ser abrumadores para mí. Me provocan ansiedad, estrés e incluso crisis sensoriales, como meltdowns o shutdowns.

También tengo dificultades para comprender las normas sociales no escritas, las bromas y el sarcasmo. A veces, digo o hago cosas que sin querer ofenden a los demás, simplemente porque no proceso la información de la misma manera.

Un mundo que necesita cambiar

A pesar de los desafíos, no me rindo. Cada día trabajo por construir un mundo más inclusivo y respetuoso con la neurodiversidad. Un mundo donde las personas con autismo seamos valoradas por nuestras fortalezas y no discriminadas por nuestras diferencias.

Creo que la neurodiversidad es una riqueza, no una discapacidad. Las personas con autismo tenemos mucho que ofrecer al mundo: nuestra capacidad de concentración, nuestra atención al detalle, nuestra forma única de ver el mundo...

Un llamado a la comprensión

A las personas neurotípicas les pido comprensión y empatía. No nos juzguen ni nos discriminen. Intenten comprender nuestra forma de ser y sentir el mundo. Ayúdennos a construir un mundo donde todos podamos ser nosotros mismos sin miedo a ser juzgados.

Juntos podemos construir un mundo más inclusivo y respetuoso para todas las personas, independientemente de nuestras diferencias.